Ámsterdam - Holanda, 27/07/98
Llegamos a Ámsterdam por la mañana, bajo lluvia, y empezamos a buscar alojamiento cerca de la estación de tren en pleno centro, lo cual no fue una buena idea. La camioneta era alta (2.19 mts) y no entraba en ningún estacionamiento techado (todos subterráneos para optimizar espacio), así que había que parar en la calle y pagar parquímetro cada una hora.
Finalmente encontramos un apartamento en un primer piso (Hotel Alfa), estacionamos la camioneta en la calle a varias cuadras (así que no podíamos dejar nada) y subimos las valijas (todas las casas tienen escaleras muy empinadas). El lugar que al principio parecía lindo, resultó ser un basurero asqueroso, al punto que no podíamos usar la heladera ni los placares.
Cuando terminamos toda esta aventura de conseguir un lugar donde dormir, ya estaba anocheciendo y salimos a pasear por la ciudad. Muy pintoresca, llena de puentecitos, canales, bicicletas y peatonales por toda la ciudad, al igual que canales y espacios de tierra ganados al mar con diques. Pero seguía lloviendo, la plaza Dam estaba desierta, y la sensación de inseguridad nos tenía alertas, disfrutando poco. Pasamos por la Casa de Ana Frank, pero era tarde, y no pudimos entrar.
Ámsterdam es un gran zoológico de turistas muy jóvenes con aros en todas partes, olimpiadas gay, olor a marihuana, zapatos de plataforma, y muchos japoneses a la moda. Se trata de un país donde el consumo de hachís y marihuana es libre y se vende al público en pequeños cofee shops, lo que la hace atractiva para un gran grupo de turistas europeos.
El barrio rojo, es famoso por sus calles con prostitutas ofreciéndose desde grandes ventanales, como vidrieras. Más cercano a la carnicería, que al erotismo.
A pesar de nuestra corta y frustrada experiencia (decidimos pasar una sola noche en lugar de las dos planificadas), no hay dudas que Holanda es un país con unos paisajes hermosos, vacas y pasto verde, casitas hermosas, mucho color, y cuidado diseño en todo. En lugar de alambrados en los campos separan los potreros con canales y en lugar de porteras tienen puentes levadizos.
Aquí siguen aprovechando la energía del viento, los molinos antiguos están para los turistas y los modernos les ahorran petróleo. Reciclan muchísimo, y en los supermercados no hay bolsas de plástico (te dan cajas de cartón o la gente lleva su bolsita de tela) y el concepto "botella descartable" no existe.
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